Vamos a hacer otro intento de escribir, de narrar, de contar.
París... la ciudad de las luces, la ciudad del amor, de los cafés, baguettes y croissants; de la torre Eiffel, del Moulin Rouge, del Sacré-Cœur, Notre Dame y Arco del Triunfo; de Napoleón, de la Bastilla, de la Revolución, de la Ilustración; de la moda, de la haute couture, de Coco Chanel, de Cartier, del Pernot; de la cultura, del Louvre, de la vida bohemia y artística, de las noches a lo largo del Siena; de Montmartre, de Montparnasse, de los Champs-Élysées, de la boulangerie, la pâtisserie, el bistro; del vino, de los escargots, de la Marsellesa, de la "liberté, fraternité eu la mort".
París... probablemente una de las urbes más conocidas y populares a nivel mundial. Pareciera que París es como el arquetipo de ciudad o al menos de destinación turística. París ha sido el escenario de diversas películas, inspiración para otras tantas. París ha sido el lugar para los amantes, para los artistas, para los refugiados. París parecer ser una ciudad para todos, con los brazos abiertos a aquellos que tengan la valentía de adentrarse en sus entrañas.
Yo soy de la ciudad de México, una de las ciudades más grandes del mundo y sin embargo, París me perturbó un poco. Sólo estuve cuatro días, quizá por eso. He escuchado de personas que al llegar a Berlín se sienten algo desquiciados y después adoran a la ciudad. Tal vez así me pasaría con París. Siento que en la mente de muchas personas París se quedó como detenida en el tiempo; la ciudad se idealiza o quizá en verdad hay un encanto que la publicidad de boca a boca se ha encargado de fortalecer. Desde tiempos remotos París ha sido un centro importante, político y cultural. París era (sí, yo siento que era) el punto obligado para cualquier intelectual. Saber francés era signo de educación y no había de otra más que aprender en Francia, perdón, en París.
Se habla de París, no se habla de Francia. Creo que poco sabe el mundo de Francia. Pero París... oh lalá. La verdad es que en mis cuatro días no entendí por qué tanta maravilla. Aclaro que no estoy diciendo que no me gustó la ciudad, pero no me sentí fascinada. (Tal vez el sentimiento esté aún por llegar)
Llevo cuatro años viviendo en Alemania, incluso un año viví en Stuttgart, desde donde ir a París es bastante cómodo y económico. Pero nunca fui. Me encantan las "chansons" y Serge Gainsbourg, Edith Piaf, Jacques Brel o Brigitte Bardot. Sí, también me derrite como suena el francés y qué decir de la hermosa sensación que ocasiono el filme "Amélie". Sin embargo París nunca había figurado en mis planes de viaje. Quizá porque casi desde cualquier lugar del mundo se puede volar a París, en Europa casi cada tren o bus tiene una ruta hacía París. En fin, la verdad es que nunca me puse a meditar por qué no había visitado París hasta que se presentó la oportunidad de visitarla.
(c) Victoria Cruz |
¿Por qué? Bien, porque quizá pronto deje Europa y mi pareja y yo decidimos hacer un "último" viaje, en partes por nuestros cumpleaños, en parte para celebrar el nuevo año. Andando algo cortos de dinero y no queriendo volar, meditamos en las ciudades cercanas a las cuales podríamos ir en tren. Normalmente yo pienso en Europa del Este, sabiendo que mi pareja no ha alcanzado ese punto de curiosidad como el mío, decidí mirar al otro lado: París y Roma. Madrid también se encontraba en la lista, pero era más lejos. Él ya había estado en Roma, aunque dijo que le gustaría volver a ir. Después de un corto silencio, los dos optamos por París. En parte fue que encontró un hotel relativamente económico muy cercano al Arco del Triunfo y porque podría probar mis mínimos en conocimientos de francés. Sí, desde hace casi seis meses tomo clases de francés. No supe bien por qué lo hice, tenía ganas de aprender otro idioma y pensé que sería fácil (no lo es tanto).
En fin, así fue como terminamos en París. Después de un viaje de casi 13 horas en tren (pudimos haber volado a México), llegamos a la "Gare de l'Est". Tardamos casi 10 minutos en poder compar boletos para el metro porque había una fila larga. Por fin subimos al metro, llegamos a nuestra parada y tuvimos una agradable bienvenida. Al cruzar la calle para llegar a nuestro hotel, se encontrabaha a la izquierda el Arco del Triunfo saludandonos. El sol brilla, no había frío y estábamos más que alegres de poder bañarnos y descansar un poco.
Después de un desayuno, por supuesto con espresso y croissants, nos pusimos en marcha. Él y yo somos bastante relajados a la hora de viajar, no hacemos muchos planes y dejamos un poco que el destino nos indique qué hacer. Así lo hicimos con París, aunque los dos teníamos como una "check-list" de cosas que ver en París, no fue estresante. De alguna forma los dos nos sentimos abrumados desde el primer momento. Caminamos primero hacia el Arco del Triunfo. ¡Es enorme! Ofrece una vista constrastante de París, a un lado los Campos Elíseos y al otro lado La Defense con sus rascacielos modernos. Sin embargo también estaba repleto de gente. Al parecer no hay lugar en París donde no se tenga que hacer una fila.
Tumba en el cementerio Passy |
Posteriormente caminamos todos los Campos Elíseos, que fue bastante agradable porque todavía había un mercado navideño, así que pudimos ver diferentos tipos de comida y stands con objetos curiosos en venta. Hay de todo, desde baratijas hasta joyería cara. Caminamos mucho, vimos los edificiones de la Place de la Concorde, el obelisco de Luxor, los museos del Petit y Grand Palais. Al término de ese día teníamos una reservación en un restaurante vietnamita, pues nos regalaron dicha invitación. Esa salida también fue interesante, estuvimos en el barrio asiático, que siempre me ha parecido interesante en cualquier ciudad. Alegres y llenos fuimos a descansar.
Los días siguientes curiosamente no recuerdo bien nuestro itinerario, pero caminamos mucho y también tomamos varias veces el metro. Estuvimos en el norte, sur, este y oeste de París. Cruzamos la ciudad, viajamos en metro subterráneo y por arriba, vimos hermosos edificios art decó, la tumba de Napoleón, los cementerios de Passy y Montparnasse, la Sorbona, el Quartier Latin, Notre Dame, tomamos un café en Montmartre y vimos por fuera el Moulin Rouge, visitamos una colección de objetos eróticos, vimos muchos lugares de show burlesque y table dances, comimos caro y no siempre rico (pero el vino siempre fue bueno), escuchamos mucha música en el metro, olimos muchos orines (el metro apesta), intenté hablar francés (y me entendieron; aunque también muchos jóvenes ya hablan inglés), en fin. Creo que hicimos o vimos lo que hay que ver en París y claro, visitamos el Museo del Louvre.
Les Invalides |
Nos gustó, sin duda regresaríamos porque caminar por sus calles sí tiene un encanto, pero por alguna razón no quedamos fascinados. Será que teníamos muchas imágenes en nuestra cabeza de cómo debería ser París, será que al final París sólo es una ciudad. No lo sabemos, creo que ese encanto llega con el tiempo. Después de unos días y de procesar lo que hicimos nos dimos cuenta que en verdad lo disfrutamos. Quizá sólo estábamos muy cansados de tanto caminar. Aunque por otro lado, también es mucha información que procesar. Al menos para mí lo fue. Al final lo mejor fue poder caminar por las calles sin ninguna prisa, sin ningún itinerario fijo, sin ningún "debemos hacer o ver esto", sin ningún "así se debe conocer París". Quisimos disfrutar París a nuestros modo, quizá vimos algunas cosas muy rápido, quizá algunas nos faltaron, pero es que París requiere tiempo y bueno, París siempre estará allí.
Si tienen la oportunidad de ir, háganlo solos, sin tour, sin presión. Además de que la ciudad es impresionantemente cara, vale la pena gozar el día, los dos o los tres o el tiempo que estén allí. "We will always have Paris"
(c) Victoria Cruz |